domingo, 28 de septiembre de 2014

Son los caminos del Señor

Randy murió en pleno uso de sus facultades. Aún no conocían la cura para el cáncer, o al menos no la habían hecho pública, por lo que Randy sabía meses antes de su muerte su inevitable final.
Lo más triste de esta historia es que Randy, Randy Pausch, existió en realidad, fuera de las fronteras de la ficción de este cuento. Randy existió y murió un año después que su padre y varios antes que su madre. 
No obstante, Randy hizo lo que mejor saben hacer los profesores: dio una última clase. Es habitual entre el gremio despedirse con sabias frases y pequeños consejos que todos acogemos y atesoramos como píldoras de sabiduría, porque los profesores como Randy saben enseñar muy bien, siempre son los mejores y cada vez más veces han sido generosos, sabios, afortunados y desprendidos; la mejor muestra de que siempre se van los mejores.


Para los que piensen que el mundo es muy injusto y que nadie se merece eso, es porque no conocen uno de esos inescrutables caminos del Señor (que por algo son inescrutables, porque no se conocen). Dios sabía que el padre de Sukie abusaría de ella, pero Rebecca, su madre, le había pedido tantas veces una hija que era imposible negársela y además siempre podrá alguien salvar a Sukie. Aquí es donde se encontró con Randy, la última clase de Randy sería perfecta para Sukie. De este modo, Dios dio la mejor vida que prodría dar a Randy para más tarde arrebatársela. Tiempo después dio la peor vida imaginable a Sukie, para que Randy y Sukie se conocieran en otro tiempo y Randy pudiera salvar a Sukie, que había decidido suicidarse la noche siguiente al descubrimiento del vídeo. Para eso, mandó a su ciudad a un pobre ignorado que conoció a Randy y que cada vez que veía el vídeo pensaba, qué injusta es la vida.

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