lunes, 8 de diciembre de 2014

Descentralizando el mundo (II)

Mi experiencia como estudiante, ya peinándome, está resultando bastante gratificante y a la vez frustrante. Es gratificante por mezclarme con personas más adolescentes que yo (sigo siendo un adolescente, por lo visto). Es frustrante porque la simplificación y la vagancia suele darse en la adolescencia. Es gratificante por tener la oportunidad de explicar lo que ya entiendo o por aprender lo que pregunto. Es frustrante por encontrarme con incultos cuya mayor inquietud o motor es el escaqueo o el mínimo esfuerzo.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Buscando motor

El otro día en mi post Inmersos en un cambio de era, decía: Hay que volver a aprender y a enseñar y enseñarnos 
convencer: (Del latín convincĕre). Incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de comportamiento.
Como cultura hemos ido desarrollando herramientas para someternos unos a otros e inculcarnos lo que hemos creído mejor o verdadero. Más en los últimos tiempos, hemos intentado aplicar teorías de control para influirnos unos a otros a nivel de masa. Nos ha llevado como sociedad a que todo se reduzca en gran medida a eso: CONVENCER. Política: CONVENCER, Venta: CONVENCER, Religión: CONVENCER, Guerra: CONVENCER... 
Si te he convencido eres mío

martes, 2 de diciembre de 2014

Inmersos en un cambio de era

La promesa digital es un documental que presenta una visión general sobre el cambio que ha provocado y que está provocando la tecnología, así como su posibilidad de intercambio y la gran cantidad de información de la que disponemos, tanto en el arte, el comercio, la tecnología... Aconsejo que lo veáis, aunque sea un tema que para alguno de vosotros sea conocido, es un resumen muy interesante:


sábado, 29 de noviembre de 2014

Descentralizando el mundo (I)

Algunas de las cosas que me suceden en mi día a día me perjudican o las siento como injustas, otras me dan ideas de cómo ganarse la vida. Las que me ocupan en este post son aquellas que pueden suponer un cambio drástico en los modelos sociales, económicos... Aprovechando mi situación de programador, tengo ante mí herramientas que me permiten crear otras nuevas e Internet me permite tener la posibilidad de llegar a muchos más interesados, afectados...

Con este post o con esta línea de posts pretendo sacar ideas que pueda llevar a cabo, entender su complicación, contexto, características necesarias... Obviamente cuanta más discusión genere mejor se pondrán a prueba y se analizarán estas ideas.

Reflexión - Me he pasado de rosca

Nacemos y morimos. Esta es mi realidad más palpable. Lo que pasa antes y después de estos dos hitos, por ahora, sólo puedo racionalizarlo como la nada, o como un estado al cual sólo tengo acceso mediante “patas de conejo”, “biblias o coranes”, “profetas”… que me ayuden a racionalizarlo para que tome forma y solidez. De momento me quedo con la nada.

¿Y entre medias? Esto es lo que me ocupa. ¿Qué pasa mientras estoy viviendo? Últimamente necesito hacer un esfuerzo por afianzar ciertos conceptos que me resulten válidos. Pero esto no ha sido así siempre.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Metodología de la Primera Literatura Libre

Con lo que gusta uno de ocuparse de los aspectos meta de las cuestiones ya estaba tardando en ponerme con este tema: la metodología. Antes de nada, he de avisar que no me tomo muy en serio las cuestiones técnicas, así que asalto este asunto con todas mis limitaciones y libertades.

El salto cualitativo principal que mejor identifica esta época es la multipertenencia y multipolaridad que tanto aparecen en los análisis postmodernos.

martes, 11 de noviembre de 2014

Sabina también se ha aburguesado

La distancia me ha robado mi biblioteca, por lo que solo puedo lamentar nombrar de memoria, añadiendo el "algo así". Juan Mayorga, dice en su obra El chico de la última fila, algo así como:
la madre tenía el típico olor de una mujer de clase media

jueves, 23 de octubre de 2014

EL EZCRITOR, GENERADOR DE LITERATURA LIBRE

Pero a la mierda. Yo vivo en la montaña, escribo libros y no tengo miedo ni a la vida ni a la muerte.

Yo cuido de mi esposa, de mi perra y de mis libros. Y, algunos de mis lectores, cuidan de mí.

"Yo vivo en la montaña, escribo libros y no temo a la vida ni a la muerte"

El subhumano accedio. Cuando se hizo mayor y ya trabajaba en lo que no quería se dio cuenta de que su motivación, locura y la fuerza imparable e inconsciente que sentía en su juventud le habían abandonado: que ahora estaba condenado y atrapado en una vida que no quería: que ahora no sabía cómo comenzar a luchar por sus sueños: que ahora no sabía hacer nada salvo trabajar en una oficina.
El comedor de coños

domingo, 28 de septiembre de 2014

Son los caminos del Señor

Randy murió en pleno uso de sus facultades. Aún no conocían la cura para el cáncer, o al menos no la habían hecho pública, por lo que Randy sabía meses antes de su muerte su inevitable final.
Lo más triste de esta historia es que Randy, Randy Pausch, existió en realidad, fuera de las fronteras de la ficción de este cuento. Randy existió y murió un año después que su padre y varios antes que su madre. 
No obstante, Randy hizo lo que mejor saben hacer los profesores: dio una última clase. Es habitual entre el gremio despedirse con sabias frases y pequeños consejos que todos acogemos y atesoramos como píldoras de sabiduría, porque los profesores como Randy saben enseñar muy bien, siempre son los mejores y cada vez más veces han sido generosos, sabios, afortunados y desprendidos; la mejor muestra de que siempre se van los mejores.


Para los que piensen que el mundo es muy injusto y que nadie se merece eso, es porque no conocen uno de esos inescrutables caminos del Señor (que por algo son inescrutables, porque no se conocen). Dios sabía que el padre de Sukie abusaría de ella, pero Rebecca, su madre, le había pedido tantas veces una hija que era imposible negársela y además siempre podrá alguien salvar a Sukie. Aquí es donde se encontró con Randy, la última clase de Randy sería perfecta para Sukie. De este modo, Dios dio la mejor vida que prodría dar a Randy para más tarde arrebatársela. Tiempo después dio la peor vida imaginable a Sukie, para que Randy y Sukie se conocieran en otro tiempo y Randy pudiera salvar a Sukie, que había decidido suicidarse la noche siguiente al descubrimiento del vídeo. Para eso, mandó a su ciudad a un pobre ignorado que conoció a Randy y que cada vez que veía el vídeo pensaba, qué injusta es la vida.

jueves, 31 de julio de 2014

Ejemplo de una piscina: The Catcher in the Rye

Antes de comenzar a leer este post, debes saber que el objetivo que tenemos es el de destripar El guardián entre el centeno, así que si aún no te lo has leído, vuelve a nacer y, cuando tengas dieciséis años, léetelo.

La traducción que tenemos en castellano es de Carmen Criado. Para todas las críticas, aleluyas y desprestigios sobre esta traducción ya hubo un congreso de lingüística y traducción: Actas del VI Congreso de Lingüística General de Santiago de Compostela. Así que no vamos a repetir lo que ya se dijo, ni vamos a analizarlo, ni a resumirlo, porque ya lo hizo la profesora Cristina Gómez de Castro en dicho congreso en "El guardián entre el centeno o cómo traducir a Salinger sin ofender la moral patria".
A nadie nos pilla por sorpresa cómo era la España de los años sesenta, lo que aún no nos explicamos es cómo es posible que a estas alturas del siglo XXI aún no se haya analizado un personaje como el de Holden teniendo en cuenta la traducción que hizo Carmen Criado.
La traducción al español nos deja, como un aspecto casi anecdótico, un hecho prioritario: Holden ha sido violado repetidas veces por adultos a lo largo de toda su vida. He aquí el vacío más relevante.
Dice la traducción:

De pronto ocurrió algo. No quiero ni hablar de ello. No sé qué hora sería, pero el caso es que me desperté. Sentí algo en la cabeza. Era la mano de un tío. ¡Jo! ¡Vaya susto que me pegué! Era la mano del señor Antolini. Se había sentado en el suelo junto al sofá en medio de la oscuridad y estaba como acariciándome o dándome palmaditas en la cabeza. ¡Jo! ¡Les aseguro que pegué un salto hasta el techo!
-¿Qué está haciendo?
-Nada. Estaba sentado aquí admirando…
-Pero, ¿qué hace? -le pregunté de nuevo. No sabía ni qué decir. Estaba desconcertadísimo.
-¿Y si bajaras la voz? Ya te digo que estaba sentado aquí…
-Bueno, tengo que irme -le dije. ¡Jo! ¡Qué nervios!
Empecé a ponerme los pantalones sin dar la luz ni nada. Pero estaba tan nervioso que no acertaba. En todos los colegios a los que he ido he conocido a un montón de pervertidos, más de los que se pueden imaginar, y siempre les da por montar el numerito cuando estoy delante.
-¿Que tienes que irte? ¿Adónde? -dijo el señor Antolini.
Trataba de hacerse el muy natural, como si todo fuera de lo más normal, pero de eso nada. Se lo digo yo.
-He dejado las maletas en la estación. Creo que será mejor que vaya a recogerlas. Tengo allí todas mis cosas.
-No tengas miedo que no va a llevárselas nadie. Vuelve a la cama. Yo voy a acostarme también. Pero, ¿qué te pasa?
-No me pasa nada. Es que tengo el dinero y todas mis cosas en esas maletas. Volveré enseguida. Tomaré un taxi y volveré inmediatamente.
¡Jo! No daba pie con bola en medio de aquella oscuridad.
-Es que el dinero no es mío. Es de mi madre.
-No digas tonterías. Holden. Vuelve a la cama. Yo me voy a dormir. El dinero seguirá allí por la mañana.
-No, de verdad. Tengo que irme. En serio.
Había terminado de vestirme, pero no encontraba mi corbata. No me acordaba de dónde la había puesto. Dejé de buscarla y me puse la chaqueta sin más. El señor Antolini se había sentado ahora en un sillón que había a poca distancia del sofá. Estaba muy oscuro y no se veía muy bien, pero supe que me miraba. Seguía bebiendo como un cosaco porque llevaba su fiel compañero en la mano.
-Eres un chico muy raro.
-Lo sé -le dije.
Me cansé de buscar la corbata y decidí irme sin ella.
- Adiós -le dije-. Muchas gracias por todo. De verdad.
Me siguió hasta la puerta y se me quedó mirando desde el umbral mientras yo llamaba al ascensor. No me dijo nada, solo repetía para sí eso de que era "un chico muy raro". ¡De raro, nada! Siguió allí de pie sin quitarme ojo de encima. En mi vida he esperado tanto tiempo a un ascensor. Se lo juro.
Como no se me ocurría de qué hablar y el seguía clavado sin moverse, al final le dije:
-Voy a empezar a leer libros buenos. De verdad.
Algo tenia que decir. Era una situación de lo mas desairada.
-Recoge tus maletas y vuelve aquí inmediatamente. Dejaré la puerta abierta.
-Muchas gracias -le dije-. Adiós.
Por fin llegó el ascensor. Entré en él y bajé hasta el vestíbulo. ¡Jo! Iba temblando como un condenado. Cosas así me han pasado ya como veinte veces desde muy pequeño. No lo aguanto.


Queda claro que Holden ha sido violado en más de una ocasión y "desde muy pequeño". No obstante, al común de los lectores este hecho les pasa casi desapercibido. No quedaría en más que un: "en España no saben leer", si no fuera porque en el original añade algo que la buena de Carmen Criado no puso:

"Thanks a lot," I said. "G'by!" The elevator was finally there. I got in and went down. Boy, I was shaking like a madman. I was sweating, too. When something perverty like that happens, I start sweating like a bastard. That kind of stuff's happened to me about twenty times since I was a kid. I can't stand it.

Si nos damos cuenta hay algunas oraciones que se han perdido por el camino. Desde aquí, hemos obtenido la traducción de la profesional Cora Tiedra:

Por fin llegó el ascensor. Entré y bajé. Tío, estaba temblando y sudando como un loco. Cuando sucede alguna perversión así, empiezo a sudar como un hijo de puta. Ese tipo de cosas que me ha pasado cerca de veinte veces desde que era un niño. No puedo soportarlo. 
 
La ausencia de esta frase nos quita una de las cosas más relevantes del libro. Holden tiene asimilado un comportamiento ante estas situaciones. No es solamente el temor, la incertidumbre o la impericia descritas mientras busca la corbata. No. Holden suda cuando alguien intenta abusar de él y sabe que suda. De hecho, suda como un "hijo de puta", un "bastard".
El lector español va odiando, poco a poco, a ese adolescente con arranques de infantilismo. Ahora bien, de repente, cuando ya nos parece un completo imbécil, que no tiene "ganas de contar nada de eso" y nos lo está contando, vemos cómo el joven Holden con esta novela nos está haciendo un perfecto ejercicio de sicoanálisis. Rebusca en su pasado para decirnos qué es lo que quiere hacer en su futuro y por qué es así en su presente. Holden es así, porque sus padres no se preocupan por él, porque se siente solo, por la pérdida de su hermano y el mito caído del otro hermano; pero, sobre todo, es como es porque le han violado, "unas veinte veces desde que es pequeño". Es en este momento, cuando entendemos que cuando llama a la prostituta, él solo quiera abrazarla. Ella es uno de los niños que se caen por el precipicio, es una de las personas a las que quiere salvar.
Su presente nos queda claro desde el principio: no quiere estudiar, pero se considera un genio, no quiere enfrentarse a sus padres, ni al hecho de que no tiene nada a lo que aferrarse de cara al futuro, pero se considera muy maduro, quiere tener sexo, pero no se atreve... Estas dicotomías aparecen durante toda la novela, cuando, en realidad, lo que trata de mostrarnos es cómo la sociedad ha pervertido a la juventud hasta el punto de abandonarla a su putrefacta suerte. Es por esto por lo que The Catcher in the Rye es una novela existencial. Es un Pascual Duarte, es el extranjero de Camus, es Andrea, y especialmente es Pedro, el primer niño de Delibes que en la segunda parte de la novela decide irse al mar y no relacionarse con nadie. Pedro no quiere proteger a nadie, al contrario; lo que nos acerca un poco más a las diferencias entre la España de posguerra y Estados Unidos (hay una diferencia de dos años entre las dos obras, Delibes de 1949 y Salinger de 1951).
Salinger promulga una queja de la sociedad del bienestar, donde la sociedad se concibe como una eterna menor de edad. Delibes, en cambio, acepta, se resigna y se va al mar, lejos de su sociedad (como hicieron otros tantos de españoles).
Pero claro, no olvidemos que Salinger nos ha ofrecido un pozo de potencial infinito, una piscina sin fondo, que ofrece tres lecturas: el sicoanálisis de Holden, la sociedad que es menor de edad y la crítica a la sociedad del bienestar. Y por supuesto, El guardián entre el centeno puede seguir siendo un chico que solo repite "jo".

lunes, 21 de abril de 2014

La hermenéutica y una piscina

Curioso que la gente que crea que tender una cama 
es exactamente lo mismo que tender una cama, 
que dar la mano es lo mismo que dar la mano, 
que abrir una lata de sardinas es abrir 
al infinito la misma lata de sardinas.
Julio Cortázar
Las armas secretas




La hermenéutica es la interpretación; el análisis a los diferentes niveles de un mismo texto; el verdadero significado de la palabra; la intención; el paso de lo concreto a lo abstracto; la abstracción del silencio.

Las grandes tesis sobre la hermenéutica las proporcionó Paul Ricoeur. Dentro de sus teorías prevalece una en concreto: un mismo texto puede ser interpretado de forma diferente dependiendo de quién lo lea y de cuándo lo lea; hasta tal punto que un mismo texto puede ser descifrado de forma diferente por una misma persona, quedando al arbitrio del momento en el que se encuentre. 

Esto es lo que los de la primera literatura libre hemos dado en llamar RAYUELAS y PROBLEMAS DE MATEMÁTICAS. Rayuela, la obra de Cortázar, es una obra que no nos gustó -nadie sabe por qué- en su momento, obra que releeremos seguramente y a la que nuestra experiencia nos ha llevado a menudo. Los propios cuentos de Cortázar, que tampoco nos gustaron demasiado, sirvieron para comprender que la literatura siempre vuelve a tu vida: "cada vez que me expulsan de mi casa, recuerdo 'Casa tomada'".


En cambio, los problemas de matemáticas siempre tienen la misma solución. Da igual los pasos que realices, cómo hagas la cuentas, siempre tendrás el mismo resultado. 

Hay personas que pensarán que determinada cuestión es una rayuela y otros dilucidarán de lo mismo que es un problema de matemáticas. La actitud ante la vida y la experiencia convierten rayuelas en problemas de matemáticas y al contrario. La literatura te ayuda a eso, a reconocer rayuelas y convertirlas en problemas de matemáticas, haciendo de la ficción realidad. Cada vez que me expulsen de casa me acordaré de "Casa tomada" a pesar de que su lectura no me hiciera verlo en un primer momento. El primer lector de "Casa tomada" desestimó esta lectura, creyéndola sobrevalorada; el primer lector, la segunda vez que lo leyó, lo recordaba cada día que, por unas razones u otras, estaba en la calle, expulsado de su propio hogar. "No entender 'apreciar' los finales cortacianos es para gente que cree que tender una cama es siempre lo mismo que tender una cama."

Por todo esto, la lectura de la literatura, de la ficción es imprescindible. No solo mejora los sentidos y los pensamientos, no solo modifica conductas o reconoce errores; la ficción permite solucionar problemas, identificarlos, relacionarlos y convertirlos en problemas de matemáticas: genera experiencia. Por eso no podemos confundir leer con leer. 

Todo se reduce a identificar niveles, como el propio Ricoeur nos decía. Todo esto lo he simplificado, y así lo explico, en la idea de la piscina. En una piscina, en la superficie, se posan las hojas, bichos, suciedad en general. Si pesa mucho lo que se cae a la piscina (supongamos un anillo), cae al fondo y solo buceando podremos encontrarlo. Es muy cómodo leer y ver la basura desde fuera de la piscina, hay libros que te permiten eso; en cambio, los que te hagan bucear para encontrar su oro nos permitirán crear experiencias propias que generen problemas de matemáticas o descubran rayuelas. Pero te harán bucear, que no siempre es lo mismo que bucear. Asimismo, habrá miles de ocasiones en las que una lectura nos parezca un bicho sobre el agua y tranquilamente veremos, más adelante, otro día una gran obra que ha permitido convertir una rayuela en un problema de matemáticas, un problema de matemáticas mal resuelto en una rayuela o una rayuela en otra rayuela.

Así, cada vez que alguien lea "La tierra de Alvargonzález" podrá leer una leyenda popular de Soria, o podrá analizar el problema hereditario y agrícola de principios del siglo XX en España, o, incluso, podrá ver cómo la envidia rige el mundo. Da igual lo que pensara Machado en el momento de escribirla, lo importante es que alguien encuentre ese anillo en el fondo de la piscina. 

Y es que cada día cuesta más ver a jóvenes autores que publicando sus obras llegan a obtener el éxito merecido que tuvieron los que en su día vivieron de su literatura. Cuando Gabriel García Márquez escribió Cien años de soledad casi arruina a su familia. Carmen Ballcels dio a estos autores a través de su agencia lo que otros estaban quitándoles, luchó por el autor para que obtuviera sus mejores resultados y sus propios beneficios. Pero la sociedad del libro, que vive en una permanente adolescencia, ha adoptado sus beneficios y no sus responsabilidades, destrozando el mundo del libro y dejándolo en manos de Internet, donde nosotros hemos situado nuestra Primera Literatura Libre. Por eso, cuando oigo que el mundo del libro está en crisis, no me preocupa, porque la Literatura, el arte con palabras, es imprescindible y alguien dirá en algún momento que "tender una cama no es lo mismo que tender una cama", porque "tender una cama", para mí, hoy, es un problema de matemáticas y ayer, para ti, era una rayuela.

domingo, 6 de abril de 2014

EL SEXO, EL ADULTERIO Y EL AMOR EN LORCA Y EN LAILA RIPOLL. DE La casa de Bernarda Alba A Atra bilis

Tras la muerte del único hombre de la casa grande (José Rosario Antúnez Valdivieso y Antonio María Benavides), comienzan a aflorar los verdaderos sentimientos sexuales de un gran número de personajes femeninos: Adela, la criada, Martirio, Angustias, Magdalena y Amelia y Daría y Aurori basan su presente en una gran insatisfacción sexual; frente a la Poncia y Bernarda y Ulpiana y Nazaria que basan su existencia en el tener más que en el ser, marcando los estamentos de una fuerte sociedad rural. Aparte queda María Josefa, la madre de Bernarda, que insatisfecha sexual y espiritualmente desea huir: “¡Quiero irme de aquí, Bernarda! A casarme a la orilla del mar, a la orilla del mar” [1]


Ambas obras comparten muchas similitudes: si Angustias se hubiera casado con Pepe el Romano, tendría un gran parecido con Nazaria, única heredera de la casa grande y de los encinares; Adela y Daría están enamoradas del marido o prometido de su hermana mayor; y Martirio y Aurori, ambas discapacitadas (Martirio más enferma que discapacitada) sufren, porque no pueden tener el amor que sus hermanas se disputan. El origen de Atra bilis [2] no deja de ser un futurible de La casa de Bernarda Alba [3].


En el teatro español contemporáneo, el número de desnudos y situaciones sexualmente explícitas que hay en la escena es apabullante: desde el espectáculo XXX de La Fura dels Baus, de finales del siglo XX, sobre el Marqués de Sade, a otros espectáculos como The hole, (en cartelera desde 2010) –ejemplo mayúsculo de la popularidad que en el principio del siglo XXI ha ganado el Cabaret.
Ahora bien, el sexo ha estado siempre dentro del teatro, unido a la mujer en la mayoría de la ocasiones. Si bien es cierto que al hablar de Lorca es necesario recordar obras como El público, donde la homosexualidad aparece de forma patente o de otras obras como Así que pasen cinco años, donde aparece de forma latente, suele ser en el personaje femenino donde se encarnan las pasiones sexuales. La mujer experimenta un aumento de la libido (palabra llana, frente al “lívido”, adjetivo que significa morado) a partir de los treinta y el hombre a partir de los veinte. El mundo libidinoso de la mujer es el centro de un gran número de obras teatrales españolas, la insatisfacción forjada a fuerza de años ha hecho de la mujer una protagonista indiscutible del teatro español [4].


No obstante, el mundo literario español sostiene varios personajes masculinos adultos, cercanos a la vejez: el mítico ejemplo español es don Quijote, que desconoce a su amada; el señor Cayo de Miguel Delibes vive con su mujer, la cual ni habla ni se permite interrumpir a su marido, la soledad del matrimonio les impide cualquier tipo de relación paralela, aunque sea el señor Cayo quien abandone el pueblo en determinadas ocasiones; el Zapatero de Lorca, personaje que debe huir de su casa porque no soporta a su mujer; don Álvaro Mesía, el viejo que no tocaba a la Regenta, que la besaba en la frente por las noches y abandonaba en su habitación, donde ella lamentaba su soledad con la almohada; Crispín, protagonista de Jacinto Benavente, quien empuja al amor a Leandro y prefiere vivir acomodado en la tranquilidad económica, es un personaje que juega con todos, para crear esos intereses, y al primero que se los genera es a Leandro; o los tres grandes personajes de Valle-Inclán: el marqués de Bradomín, ese “feo, católico y sentimental”, con su contraplano en el Montenegro de las Comedias Bárbaras, que detesta a la mujer, huyendo de ella, o Max Estrella, que pasa su última noche deambulando por Madrid, abandonando a su mujer e hija a su propia suerte. 
A su vez, hay mujeres mayores dentro de la literatura española; en La Regenta, la madre de Fermín de Pas, madre del Magistral, una mujer seca que fuma puros, contrata a las criadas que le gustan a su hijo, olvidando su necesidad a cambio de dinero; la madre de Urbano, de Ramón Pérez de Ayala, es una mujer que huye del conocimiento científico, hasta huir de la misma naturaleza humana de la reproducción, y consigue que su hijo no sepa qué es el sexo, obteniendo una carrera en Derecho; la Celestina, poco hay que decir de ella, resumámoslo en las palabras de Pármeno: “Si, yendo entre cien mujeres, se escucha una voz que grita: «¡Puta vieja!», enseguida vuelve ella la cabeza y responde alegremente.”; las cuñadas de Divinas Palabras, que tratan al sobrino sin ningún tipo de amor, buscando de él solo el dinero; la estanquera de Vallecas, que con el síndrome de Estocolmo más comprendido, es capaz de secuestrar a sus secuestradores.
Esta caterva de personajes nos hace ver que la literatura española marca la latencia sexual de una forma explícita, y esto también aparece tanto en La casa de Bernarda Alba, como en Atra bilis. Las mujeres que llenan el escenario de estas dos obras  se dividen en esta especie de latencia marcada por la espera del despertar sexual y por la obtención de los placeres que no han sabido recibir. Cuando personajes de estas obras que nos ocupan usan expresiones como “Claro y 'por esperar marido caballero, me llegan las tetas al braguero'” [5] “Yo no quería. He ido como arrastrada por una maroma” [6], realmente lo que están marcando es la necesidad física que le produce la insatisfacción sexual. La mujer en estas dos obras se deja en un devenir continuo, se pierde por conversaciones de hermanas que olvidan y recuerdan su parentesco continuamente: “Nos enseñan a querer a las hermanas. Dios me ha debido dejar sola en medio de la oscuridad, porque te veo como si no te hubiera visto nunca” [7] o “Dichosa ella mil veces que la pudo tener” [8]; “Señora ama, por el amor de la chinche, que el hermano ayuda y el cuñado acuña” [9] o “Bien envidiosa que estás, que la tonta lo pudo disfrutar y tú no” [10]. Este quererse y odiarse que nace del adulterio permite que la latencia teatral muestre su estado al final de la obra, generando la muerte.
Ahora bien, si algo hemos aprendido en todos estos años, si algo habría aprendido Angustias o si algo sabe Nazaria es que las hermanas se mantienen juntas y son capaces de odiarse en la juventud y perdonarse en la vejez. Martirio prefiere ver muerta a su hermana antes que disfrutando de Pepe el Romano, no soporta oír a su hermana decir que él la quiere a ella. Daría, en cambio, se ha acostumbrado a saber que nunca será querida, ha aprendido a cuidar de su hermana a la que en su momento quiso matar, a cuidar a su hermana pequeña, a protegerla de los demás y de sí misma. Daría y Martirio llevan en su penitencia su dolor; saben que por más años que pasen siempre serán las mujeres que desean al hombre de otra mujer. Tienen el corazón endurecido porque no les queda ni el adulterio, que se convierte en una solución a esa latencia inicial que marcábamos. De La casa de Bernarda Alba a Atra bilis han pasado setenta años, una guerra, una dictadura, una transición y una Segunda Restauración. El propio subtítulo de ambas obras nos marca cómo hemos cambiado algo, nunca lo suficiente, y cómo la mujer está esperando, en un continuo estado de latencia. Del Drama de mujeres en los pueblos de España de Lorca, hemos pasado al Cuando estemos más tranquillas… de Laila Ripoll, donde se marca claramente que ante la muerte de José Rosario Antúnez Valdivieso la mujer pasa su periodo de latencia y pierde el drama al que la España rural le ha sometido.



[1] Final del acto segundo. En el enlace, minuto 33:30.
[2] Los fragmentos del artículo están sacadas de la obra: Premio “María Teresa León” 2000, de Publicaciones de la Asociación de directores de escena de España, de febrero de 2001.
[3] Los fragmentos del artículo están sacados del Teatro completo IV de la editorial Debolsillo, de junio de 2004.
[4] El castellano tiene su origen en la influencia del árabe y del cristianismo, generando una lengua machista en la mayoría de sus acepciones. Véase Historia de la lengua española, de Rafael Lapesa, editorial Gredos: “Los árabes y el elemento árabe en español” y “El primitivo romance hispánico”.
[5] Nazaria en la página 187.
[6] Adela, cerca del final del acto segundo.
[7] Adela, cerca del final de la obra.
[8] Martirio, cerca del final de la obra.
[9] Ulpiana en la página 194.
[10] Nazaria en la página 227.

lunes, 10 de febrero de 2014

VIAJE A PARÍS

Viernes 31 de enero de 2014
San Juan Bosco: santo patrono de los profesores


  10:30. He llegado al aeropuerto y tras buscar qué terminal era la mía, ya que hice el chequeo ayer, sin mirar, he llegado a la T2. Aquí me ha dicho una bella mujer que odia esta parte del aeropuerto: la bienvenida tan sugerente. Para pasar debes quitarte los zapatos. Es una bienvenida muy acogedora; similar a las visitas que hacía a casa de mi viejo amigo Blai. Una vieja amistad, aunque él sigue igual de joven, murió con trece años, devorado por Godzilla. Realmente se tiró desde la ventana de su hotel en el regreso a Tokio. O eso me dijo.
  Después de quitarme los zapatos te mandan guardar todas las cremas en una bolsa: todos los líquidos; motivo por el que una botella de agua cuesta tres euros dentro, más barato que un café con leche calentado en los cojones del Diablo. Pero es el aeropuerto, el lugar donde la gente más rara del mundo se reúne. De hecho, creo que todo el mundo se conoce aquí. El cura habla con esos padres y la niña, que hablan con los señores de la otra mesa, que miran a la rubia del Ipad, que se escribe con el calvo de la mesa de la izquierda. Y yo no conozco a nadie. En caso de apocalipsis nadie buscaría mi cuerpo. Falta el chico que escribía en su diario, todo el mundo quieto, tenemos que volver a por él. No, a por él no, sería muy peligroso. Prefiero correr el riesgo que perder a un hombre más. Tú quédate aquí, que ya voy yo. Seguro que no hacen eso. Seguro que se ponen a gritar y me dejan moribundo con la pierna atrapada por un enorme cascote. Dije que no utilizarais cemento, que era mejor el pladur, pero los diseñadores siempre perdéis el referente en pos de la estética.
  Acaba de llegar una familia de andaluces. Esta familia donde la madre desayuna cerveza y el padre toma un margarita agitado, pero no removido; y tres hijos, adolescentes los tres, que, envidiosos de sus padres, les critican el horario alemán.
  Mi padre está hasta los cojones de mí. Me lo acaba de decir por Whatsapp. Me ha mandado un mensaje donde lo dice explícitamente. Nunca había sido tan claro. Dudo de si lo que pasa es que está envidiado o envidioso de mí. Puede que me quiera demasiado como para odiarme, y puede que piense en mí mucho, pero yo a él también. Es un padre que se deja querer, a pesar de ser padre. El señor que tiene tres varones y una mujer que supera la ansiedad del tabaco mascando chicle y suspirando, agitando su pierna y esperando una cerveza que no llega porque es muy cara, ese señor, se lleva a toda su prole.
  En esta casa en la que la bienvenida te la dan descalzándote y desposeyéndote de todos tus enseres personales que abulten en cantidad, limitando el mundo a un grupo de pequeñas frasquitos de plástico, con diminutos efectos secundarios en castellano, portugués y noruego; en esta casa, la bienvenida te la dan como si fuese la casa de Blai, porque todo tiene pinta de ser muy caro.