Bastará decir que soy Juan
Pablo Casel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está
en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi
persona.
Ernesto SÁBATO
Atilano Soto
fue presidente de Caja Segovia mientras en España un gran número de cajas se
convertían en un banco, allá por el 2010. Años antes fue presidente de la
Diputación Provincial de Segovia. Y antes seguramente ocupara cargos en el
ayuntamiento y todas esas cosas que han caracterizado a la España de la Segunda
Restauración Borbónica. No le culpo solo a él; yo tuve gran parte de culpa. Al
principio luchaba por lo que pensaba, el enemigo tenía un nombre propio y el
objetivo estaba claro. Queríamos una constitución, una democracia, libertad…
esas cosas que nos dieron en 1978, aunque una vez que lo conseguimos, la
verdad, ya no nos gustaba. Hicimos a nuestra imagen y semejanza un mundo que se
ha llenado de analfabetos funcionales, ladrones y uniformes ignorantes. La idea
era buena, lo malo fue todo lo demás.
A medida que
pasaba el tiempo, vi cómo el mundo se iba convirtiendo en lo que tanto habíamos
criticado. Alguien lo cambiará, pensábamos, porque alguien lo había cambiado
ya. Pero claro, eran otros tiempos, estábamos todos en la calle, todos teníamos
el mismo objetivo. Ahora no tenemos nada, ni siquiera hay un enemigo, el dinero
decían… El dinero…
Durante
treinta años he trabajado en una fábrica. No porque fuese un iletrado, no tuve
oportunidad de estudiar. Eso pasaba antes. Había gente que quería estudiar y no
podía; ahora hay gente que puede estudiar y no quiere… ¡Qué lástima! Pero yo
leía, incluso llegué a comprar libros. Decenas y decenas de libros, para mis
tres hijas; todos los años me gastaba un dineral en septiembre en esos libros.
Mi trabajo en la fábrica dio para pagar colegios, libros, hipoteca e incluso
ahorrar. Sí señores, yo ahorré. Tenía mi dinero en la caja de mi ciudad,
Segovia. Un lugar donde por no haber, no había ni mendigos. Y por eso dejábamos
hacer.
Ahora nos va
bien, antes era mucho peor.
Antes era
mucho peor… Ahora ya lo dudo. Estamos recorriendo el mismo camino otra vez, el
mismo que hace cien años. Un par de Borbones, una pequeña revolución pacífica y
al final a matarlos a todos. No somos mejor que nadie y la gente no lo sabe.
Guardaba mis
ahorros para no ser una carga para mis hijas, para que pudieran ser libres en
un futuro. Y un día, sin darme cuenta, perdí el trabajo. Después de treinta
años, la fábrica tenía que cerrar… A partir de ahí, solo hay crisis. Mi hija
pierde su empleo, tengo que hipotecar mi casa (de nuevo), porque avalamos su
compra millonaria y desproporcionada. Y cuando llegué a mi banco, ese que
regalaba cosas a la ciudad, que tenía hasta obra social, cuando llegué a él, me
dijeron que mi dinero lo tenían ellos, que no lo podía tocar, que se lo
quedaban, que era suyo, que eran acciones que no podía vender, que como metí mi
dinero en subordinadas, el dinero lo han perdido y es suyo.
Cuando salí
del banco me dijeron que Atilano Soto estaba triste. Que la gente le insultaba
por la calle, que estaba deprimido, cansado por lo que decían que había hecho.
Yo nunca quise ser una carga para mis hijas y decidí curar la depresión del
pobre Atilano.
Ahora
descansamos los dos.
“Los personajes históricos
que aparecen en esta novela están voluntariamente falseados y sólo existen en
las fotografías e imágenes de la cultura de masas. Sus relaciones no son
humanas ni reales. A sus programadores traspaso la responsabilidad de todas las
exageraciones deformatorias.” Manuel Vázquez Montalbán
No hay comentarios:
Publicar un comentario